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DESDE LA COCINA

Taperia A Muñeira. Cartagena

 

Mira que me gustan los restaurantes típicos;  japoneses, andaluces, mejicanos, vascos (el lizarran no cuenta), gallegos…

 

Bueno lo de gallegos creo que lo tenemos que matizar, me gustan, pero unos más que otros, y la culpa de esto se la vamos a atribuir a la Taperia a Muñeira en Cartagena.

 

El restaurante es peculiar. Está situado en una casa antigua que ha pasado por muchas manos, y muchos usos, hasta convertirse en este restaurante gallego.

 

La decoración es rustica, ya sabéis, madera, piedra, acorde con el menú y con el espíritu del restaurante, y un grifo de estrella Galicia en la barra comparte protagonismo con las botellas de Albariño que se regalan al pedir varias tapas.

 

La zona del comedor se divide en terraza, barra y salón interior, donde reservamos nuestra mesa el mismo día sin ningún problema.

 

Ya sentados, y antes de que un grupo de gaiteros nos diera una serenata a unos 200 decibelios, ojeamos la carta. En ella, como es natural, mariscos, pulpo, cachelos, lacón, chorizos y ternera, vamos lo esperado y a buen precio. La bodega, o el refrigerador de vinos en este caso, algo escaso, apenas tres o cuatro referencias en blanco y cuatro o cinco desconocidos entre los tintos, solo un Bai Gorri a 17 euros tenía el gusto de habernos conocido.

 

Pero vamos a cenar que es a lo que hemos venido, y para abrir boca unos berberechos al vapor, de esos gordos, carnosos, con sabor intenso, con aroma a la “costa da Morte”… Pues de esos no quedaban. Los que si tenían eran unos medianitos, algo pasados y sosos pero por 9 euros la ración tampoco debía haber esperado mucho mas.

 

Los mejillones dejaron el listo un poco más alto, aunque tengo que confesar que a mí los mejillones que me los pongan en escabeche y con una patata a modo de tenedor. De cualquier manera estos cumplían sobradamente

 

Algo más flojos los chocos en su tinta, poco convincentes y un poco sosos, menos mal que la ración no era muy grande, ni muy cara.

 

Una vez terminado el pescado-marisco, nos fuimos a la acera de enfrente, esa donde sirven unos chuletones gallegos como el que tenéis en la foto, Un aspecto sugerente y apetitoso que escondía un entrecot a la parrilla algo recocido, estoy seguro de que habitualmente lo cocina mejor.

 

Cerrando la sesión, como no, una tarta de Santiago, y una tarta muñeira fruto de la insistencia de un camarero bien dotado para la venta. Mucho mejor esta ultima sobre todo después de una abundante ingesta de calorías que no recomendaba, al menos no si queremos conservar la linea de cara a la operación bikini, tomar postre y menos uno basado en la harina y las almendras.

 

¿El precio?. Pues ni fu ni fá unos 20-25 € por persona, barato para un gallego, algo caro a la vista del resultado.

 

Vamos con las notas:

 

Ambiente: 7

Presentación: 6,25

Cocina: 6,5      

Servicio: 7,25

Originalidad platos: 6

Relación calidad Precio: 6.5

 

Nota Media 6,58

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